Perdidos en la traducción

por el fantasma de Joaquín Linne
(evocación a cargo de H. Vanoli y D. Vecino)



Cena después de la presentación de Las teorías salvajes. La onda es como siempre, frescura y ciertos gestos penosos del ethos literario juvenilista. Entre divertido y patetico. Llueve bocha. En la mesa se sugiere que Los Caballeros de la Quema, hasta "Perros, perros y perros", era la banda nacional y popular por excelencia. Vanoli dice que Ivancito nunca fue más que un aspirante a sociólogo que quería ascender en la escala del glamourama y encontró en el yeite del rock su escalera privilegiada. Vecino defiende los discos, argumenta con la ayuda de Strassburguer y gana la discusión. Vanoli nunca escuchó "Otro domingo muerto", y no lo encuentro en YouTube. Discutimos el proyecto político del VERDADERO PRESIDENTE QUE NO FUE, Adolfo Rodríguez Saá. Gómez y Funes nos enriquecen con su lucidez hasta que la cerveza empieza a traicionar a la dicción del segundo. Be cool, amigo, mejor el fernet que te rejuvenece. Luego de muchas Budweiser, Strassburguer nos abre las puertas de la percepción hablando de Celeste Carballo y su enorme disco Punk. Lo único que recordabámos de Celeste era su dúo con Sandra. Este se llama Celeste Carballo y La Generación Tupperware. La Generación del Bicentenaro está mucho más perdida que eso. La pasamos bien, más allá de que el ala anarco-romántica chicaneen con la lucha armada. Piensanen verde, y nosotros sí: dijimos que el tema de la lucha armada era tratado en forma frívola por la novela de la Condesa Oloixarac, y lo repetimos. La novela es frívola en ese sentido, y una gran novela en algunos otros, sin necesidad de caer en la pedantería inútil de auto-inventarse como lector virtuoso de los clásicos del siglo XIX. No hace falta, you know. Mientras tanto, los anarco-artistas profesores de literatura nos chicanean. Un gran mal de nuestra época: el autonomismo cultural. No importa, porque está todo bien, son más inofensivos que Alsogaray y además Pola camina toda la mesa larga con su vestido negro y charla un poco con cada persona. Marketing online, esponsoreado por Apple y su maravilloso Iphone. La receta: no confrontar, hacerse amiga de todos –siempre hasta ahí, obviously- vivir la fantasía de ser una star de terruño chico. Pola es una chica bien que creó el mito del intelectual frívolo. La frivolidad como elección y no como impedimento, hacer de las necesidades de los puanners una virtud. Cuando hicieron aplaudir por filosofía o letras hubo algo, una epifanía de verdad sobre lo que estaba sucediendo en esa charla: más o menos como meterte en el cuarto oscuro y sólo encontrar las boletas del PRO y de la Carrió. Pola nos cae genial, by the way. Defendió su libro con valentía. La frivolidad positiva. El mito de Pola consta de dos sospechas: la primera, que vive en un country, la segunda, que funciona como un tester preciso del estado del campo literario en un momento de desorientación y repliegue como el actual. Luego, fuimos con Maurito Libertella, Sonia, Gomez, Levín y Sebastián Martínez Daniell por más cerveza, larga charla sobre fútbol y sobre el clásico rosarino. Todo termina caminando por Corrientes abajo de la lluvia. Sin subir fotos sacadas de prepo, sin canchereadas.