Epístola joyceana de Jorge Luis Borges a María Kodama

por Adolfo Cárdenas


Boston, sept., 3rd-82

Mi precioso culito intelectual:

Mis serviles lectores trataron por enésima vez de introducirme en Bakhtin, inútil tarea y en definitiva el único Levy-Strauss que me gusta (al mejor estilo de Guillermo) es el que te ajusta el poto de una manera tan escandalosa que mi octogenario palito, todavía reacciona con gorkiana militancia, especialmente cuando debajo de aquel palpo que no tienes nada excepto tu húmedo triángulo de las bermudas quizás un poco pasado de temporada pero nunca como este cuerpo cargado de toda la sabiduría no mundana, sin embargo, dispuesto a emprender experiencias acaso fatales para el corazón, pero no para estos artríticos dedos exploradores-explotadores de una mina entrecubierta, para mí tempranamente, por la maleza de las arrugas, pero basta, stop! Enough per esta sera! Dio, Dio come ti amo non e posible…mas sólo hablo de lo que siento y ésta, es en todo caso para preguntar por ti…qué hacés mi sensual rata de biblioteca? continúas frotándote el conejo con aquel ejemplar del Kama Sutra de 1724? todavía te agrada sentarte sobre ese bastón con puño de plata que te dije pertenecía a Honore de Balzac? debes contarme todo, to-do; ya sabe cómo me pongo cuando me describes tus fantasías con Homero escribiendo cantos sobre tus protosenectas posaderas o con el Lazarillo de Tormes guiando su cosa hacia tu impúdico agujero y cuando relatas con exasperante y pormenorizado lujo de detalles como te largas esos monstruosos y contaminantes pedos después de haber ingerido ingentes cantidades de mis antiguos desechados poemas entremezclados con alguna hoja suelta de Cherteston o de Conrad…mamma mía! my goodness! qué sólo me siento en Harvard tratando de palparme la cosita en algún lugar por debajo del abdomen y encontrar…papeles, tan sólo papeles…by the way, ¿no comenzaba así alguno mis poemas? la memoria ya me falla y a veces creo ser el autor de la Cumparsita, pero no hagas caso de estos dislates y cuenta más, recuérdame en tu obsceno estilo de suciantigua universitaria la repulsivatractiva forma tuya de oler los calzones para saber si todavía sirven o hay que echarlos al lavadero. ¿Sabes? ahora no me veo ni el pito, los olores para mí se han convertido en una fundamentalidad casi paranoica… ahh, cómo añoro palpar la ordinariez de porcelana azul que me regalaste (seré ciego pero no tonto) mientras tu sentada en el bacín de plata trabajada que fuera de mi abuela inglesa, entre sucios pedorreos que contaminan deliciosasquerosamente todo el dormitorio, lees a voz en cuello los pasajes más virulentos y libertinos del divino marquí a la par que el gesto se te deforma al sentir esa gruesa cosa café emerger de tu ano-dina posadera y triunfante enroscarse al fondo, ofidio al acecho-deshecho biológico que ha poco fuera manjar de los antiguos dioses de la ciudad de Ur y a cuya geografía no me remito pues para los argentinos lo mismo da que les dijera que estuvo en la costa de Berberia que en Corrientes.
Bueno mi sucia, gerontofílica muchacha de ayer, creo que por hoy eso es todo. Soñaré contigo y el mítico Buenos Aires, San Juan y Boedo antiguo con nosotros que nos queremos tanto en insignes y sáficas revolcaderas, rollos, materia adiposa, pieles flácidas y carnes tolendas saltando enloquecidas ante la violencia del encuentro matizado por descontroladas flatulencias saturando con sus humos multicolores y nauseabundos efluvios, toda esa utilería boquense…Oh, my lord! A la cama cara mía! A la cama! Una puñeta y luego el sueño. Hasta mañana!!

Tu sabio preceptor y puerco amante,
Jorge Luis



Adolfo Cárdenas (La Paz, 1954) Ha publicado los volúmenes de relatos: Fastos Marginales, Chojcho con audio de rock p’ssado, Doce Monedas para el barquero, Tres biografías para el olvido y la novela Periférica Blvd. Esta carta se publicó en el libro El Octavo Sello, Punto Cero Ediciones, La Paz, 1997.