Faltan kinesiólogos



Por Patricio Erb

No quiero escribir de la bioseguridad en los aeropuertos (quitarse las zapatillas, dejar huellas digitales o ser fotografiado en migraciones). Seguramente acostumbrado a las medidas "antiterroristas", esta vez me llamó la atención el desarrollo de lo que sería el bioentretenimiento en los viajes de avión. Al freeshop, clásico representante del no lugar, se sumaron una serie de narcóticos que pretenden disminuir a la inexistencia absoluta lo que, de por sí, nadie quiere pensar: la idea de que se está a 10.000 metros de altura. Está claro que el absurdo de Camus arriba de un avión no colabora demasiado con la tranquilidad que nos proporciona creer en un piloto, su tripulación y un aparato de 1.000 toneladas que puede volar. En la actualidad son cada vez más las aerolíneas que descubrieron que regalarle un televisor de ¿10 pulgadas? a cada pasajero durante 10 horas les refuerza la creencia en el Dios de los cielos. Entre 50 y 100 películas, series de televisión y juegos de todo tipo son las posibilidades que ofrece un control remoto que se encastra al costado de los diminutos asientos. Pese a que la tele puede ser la mejor pastillita para subirte tranquilo a un avión, sigue existiendo un desfasaje entre la droga y el dolor del cuerpo que provoca estar sentado apretado como en subte de seis de la tarde. Te pueden poner la trilogía de "El Padrino", la temporada 2008 de Bailando por un Sueño o a Lita de Lazari de fajina dando consejos para comprar el tomate y la lechuga más barato, sin embargo la falta de una circulación normal de la sangre en el cuerpo te genera impaciencia: caminatas interminables por los pasillos, injustificadas visitas al baño y maratones hasta el final del avión para pedirle a la azafata que te lleve un vaso de "diet coke" (no podés aguantar a que pase por tu asiento). Sin lugar a dudas, aunque el desarrollo del bioentretenimiento avanza a pasos agigantados, el capitalismo aeronáutico todavía no encontró la manera de meter cada vez a más personas en un mismo avión y evitar a su vez que uno piense en un kinesiólogo (sic).