Celia Dosio acaba de publicar por Plaza & Janés su primera novela de título Tenemos que hablar.
¿Tenemos que hablar es un chic-lit? ¿Por qué?
Desde el vamos me propuse escribir una novela en género, con todo lo que eso significa. En ningún caso me propuse cosas como “transgredir” o “subvertir” el chic-lit. Eso es, al mismo tiempo, lo que más y lo que menos me gusta de mi novela. Quise evitar un gesto bastante frecuente. Digo, me molestan los escritores que se la pasan escribiendo novelas policiales pero declaran a quien quiera oírlos cosas como “odio los policiales, no los leo, me parecen todos pésimos y mercenarios, yo hago otra cosa.” Tenemos que hablar es decididamente un chic-lit. Así nació y creció y finalmente se dio a conocer. Es un chic-lit por su tema, por sus personajes, y por su sentido del humor.
Es un chic-lit, además, por los materiales que usé para escribirla. Trabajé con una colección enorme de revistas femeninas: Cosmopolitan, Elle, Para Ti, Ohlalá (también busqué revistas masculinas como la H, Maxim, Playboy pero no me funcionaron de la misma manera). Descubrí que me interesaba mucho la forma que tienen estas revistas de plantear problemas y contradicciones de ser mujer en Buenos Aires en el 2000 y pico. Cada título me abría a un mundo de conflictos laborales, situaciones cotidianas, insatisfacciones y desafíos que podía reconocer. Después, la manera de resolver esos interrogantes en la nota concreta era otra cosa. Pero estas lecturas me ayudaron a plantear los escenarios y situaciones de mis chicas.
¿Qué virtudes y defectos tiene el género?
Hay numerosos prejuicios y malentendidos con respecto al chic-lit. Al punto que cuando se quiere definir al género se dice que es “literatura para mujeres de alrededor de treinta años, urbana, de buen pasar y con sentido del humor”. Más que un género parece un perfil de marketing. Pero viendo más en detalle descubrí que dentro del chic-lit se pueden encontrar libros de autoayuda, novelas sobre moda, novelas rosa, comedias románticas, autobiografías y hasta catálogos de zapatos. Hay de todo. Descubrir eso me dio mucha libertad para plantear la trama.
¿Es una novela solamente para chicas? ¿Cuál es el lector ideal del libro?
Si fuera una novela para todos, terminaría siendo para nadie. Escribí este libro pensando en un texto que pudiera divertir a mis amigas. Ellas son el lector primero de la novela, después, no hay nada que evite que otros públicos, sin distinción de género, puedan acercarse. Digo, se me ocurre que no existe un autor más “masculino” que Hemingway y no por eso dejo de disfrutar cada uno de sus libros.
Desde el vamos me propuse escribir una novela en género, con todo lo que eso significa. En ningún caso me propuse cosas como “transgredir” o “subvertir” el chic-lit. Eso es, al mismo tiempo, lo que más y lo que menos me gusta de mi novela. Quise evitar un gesto bastante frecuente. Digo, me molestan los escritores que se la pasan escribiendo novelas policiales pero declaran a quien quiera oírlos cosas como “odio los policiales, no los leo, me parecen todos pésimos y mercenarios, yo hago otra cosa.” Tenemos que hablar es decididamente un chic-lit. Así nació y creció y finalmente se dio a conocer. Es un chic-lit por su tema, por sus personajes, y por su sentido del humor.
Es un chic-lit, además, por los materiales que usé para escribirla. Trabajé con una colección enorme de revistas femeninas: Cosmopolitan, Elle, Para Ti, Ohlalá (también busqué revistas masculinas como la H, Maxim, Playboy pero no me funcionaron de la misma manera). Descubrí que me interesaba mucho la forma que tienen estas revistas de plantear problemas y contradicciones de ser mujer en Buenos Aires en el 2000 y pico. Cada título me abría a un mundo de conflictos laborales, situaciones cotidianas, insatisfacciones y desafíos que podía reconocer. Después, la manera de resolver esos interrogantes en la nota concreta era otra cosa. Pero estas lecturas me ayudaron a plantear los escenarios y situaciones de mis chicas.
¿Qué virtudes y defectos tiene el género?
Hay numerosos prejuicios y malentendidos con respecto al chic-lit. Al punto que cuando se quiere definir al género se dice que es “literatura para mujeres de alrededor de treinta años, urbana, de buen pasar y con sentido del humor”. Más que un género parece un perfil de marketing. Pero viendo más en detalle descubrí que dentro del chic-lit se pueden encontrar libros de autoayuda, novelas sobre moda, novelas rosa, comedias románticas, autobiografías y hasta catálogos de zapatos. Hay de todo. Descubrir eso me dio mucha libertad para plantear la trama.
¿Es una novela solamente para chicas? ¿Cuál es el lector ideal del libro?
Si fuera una novela para todos, terminaría siendo para nadie. Escribí este libro pensando en un texto que pudiera divertir a mis amigas. Ellas son el lector primero de la novela, después, no hay nada que evite que otros públicos, sin distinción de género, puedan acercarse. Digo, se me ocurre que no existe un autor más “masculino” que Hemingway y no por eso dejo de disfrutar cada uno de sus libros.