Por Juan Terranova
Conversación con un amigo por chat. Larga. Conclusiones, no muy brillantez pero, en algún punto, necesarias para seguir avanzando: cuando el estructuralismo sacaba al autor del texto, también borraba su lugar y fecha de producción. De allí que si ya era un “sistema” atractivo para ser enseñado –los docentes le hacían el amor al giro lingüistico en cada clase–, también unía muy bien la cultura fantasmal de las fotocopias sin dato y el neo-liberalismo de los 90. En esa masa nocturna de luces al sur que es Buenos Aires, Fukuyama –el policía malo– y Barthes –el policía bueno– se daban la mano. Pero el fin de los granes relatos era un gran relato. Fue lo único realmente inteligente que le escuché decir a Juan José Sebrelli. Y encima lo dijo en la televisión.