Por Patricio Erb
Un plan social, electrodomésticos, $100, $50, $20... un choripan. Sin lugar a dudas, este es el clientelismo con que el PJ "humilla al pueblo peronista", diría Elisa Carrió. Enamorada de repente de Eva Duarte de Perón, la titular de la Coalición Cívica enarbola la consigna clásica del liberalismo burgués: somos todos iguales en el intercambio de mercancías, una religión comparable al contrato moral. Crítica de la dádiva (extraño, teniendo en cuenta su ferviente relación con la Iglesia Católica), Carrió, sin decirlo, admira cotidianamente a Weber. No cree en el caudillismo tradicionalista e insta por relaciones de igualdad ante el mercado. Lo que permanentemente olvida señalar es que la exclusión forma parte de la inclusión más perversa. Aquí no existen excluidos del sistema, todos formamos parte de la riqueza o de la miseria. La intención de este post no es dar una clase berreta marxiana, sino decir que sin morfi te morís. Mientras Carrió dice que un plan social, un electrodoméstico, $100, $50, $20 ó un choripan "humillan al pueblo peronista", el "populismo" se encarga de que los necesarios excluidos-incluidos del sistema tengan algo, sobrevivan un día más. Entonces. ¿Qué es el populismo? Ernesto Laclau (nombrado repetidamente en la era K) trabaja alrededor de la teoría del discurso. Cómo las relaciones discursivas se desarrollan dentro de un contexto determinado, aunque nunca suturado. En ese sentido piensa "La Razón Populista" (2004), libro en el cual extiende el concepto de antagonismo social planteado en "Hegemonía y Estrategia Socialista" (1985). Aquí el autor argentino (exiliado hace décadas) plantea cómo distintas luchas particulares encuentran una equivalencia en un lugar común, en un significante vacío, que funciona como aglutinador de las diferentes luchas particulares. En uno de sus ensayos Laclau cuenta una anécdota divertida: A fines de los '60 (con Onganía en la Rosada), una mujer embarazada entró a un hospital público y pidió que le realizaran un aborto. Ante la negativa de las autoridades del sanatorio, la señorita empezó a romper los vidrios del establecimiento al grito de "viva Perón". Suena a guión de Saborido, pero el peronismo iba conformándose como el símbolo del pueblo, que perdura hasta estos días. Insistir en este asunto no es cosa de vieja pesada, es intentar comprender por qué ninguna fuerza política por fuera del justicialismo puede capitalizar las demandas sociales de las clases populares. Por eso Carrió ahora invoca a Evita, por eso la titular de la CC (secundada por el apellido Bullrich) menciona al "pueblo peronista", porque sabe que pueblo, en Argentina, es peronismo; sin embargo la caudilla de Resistencia, Chaco, deberá comprender que la "teoría del derrame" no "humilla", pero tampoco da de morfar.