Por Patricio Erb
Demócrata confeso, John Ford (director de películas como The Searchers –'56-, The Last Hurrah –'58- y La Diligencia –'39-, entre otras tantas), se preocupó a lo largo de su obra en destacar la cultura dixie, sureña antiyanki. ¿Por qué? Porque era crítico del liberalismo burgués. Pero el principal interés de su obra (de fuerte relación con el Western) no era sólo denunciar los resultados económicos de la Guerra de Secesión (1861-1865): eliminación de los campos de algodón por modos de producción capitalista, sino que también quiso mostrar cómo el capitalismo disfrazado de protestantismo luterano (ideólogos del "síntoma" que Marx descubrió en el Fetichismo de la Mercancía) intentó eliminar la cultura de los Estados Confederados.
¿Cuál es el quid de la cuestión aquí? La cultura dixie no desapareció. Los valores sureños están impresos en los nervios de aquellos que nacen en los Estados Confederados de América; su odio al esteriotipo liberal de Nueva Inglaterra sigue vigente. Los sureños, pese a estar inmersos por la fuerza de la razón sin sentido en las relaciones sociales de producción capitalista, mantienen un significante Amo (perdón mi insistencia con Lacan) que capta maravillosamente el Partido Republicano: aislacionismo, proteccionismo agropecuario, National Rifle Association, antiabortismo, nacionalismo a ultranza. Sin lugar a dudas, los republicanos se apropiaron de la identificación simbólica de los valores populares de los Estados Unidos, que son dixie.
Mientras tanto, ¿qué sucede en la Argentina? El eidos del peronismo es el punto nodal de una cadena de significantes flotantes como lo nacional, lo popular, la distribución de la guita, el aguinaldo o las vacaciones pagas. Al igual que los republicanos en los Estados Unidos, el peronismo en la Argentina es el significante Amo que "encarna" los luchas particulares, cotidianas, de aquellos cabecitas que encuentran en el justicialismo un lugar que les hace un espacio. Sea Perón, sea Evita, sea Menem, sea Duhalde, sea Kirchner, el peronismo ocupa la "X" que la oposición en la Argentina no puede alcanzar, porque su liberalismo burgués jamás concibió lo Nac&Pop, nunca involucró en su imaginario la similitud con el negro argentino. Hasta que alguien por fuera de la liturgia peronista lo haga, el símbolo del PJ seguirá teniendo el monopolio de la justicia social.