Por Horacio Gonzalez
(...) Y en ese sentido, son formas plásticas muy profundas, y no se deterioran así nomás, y nadie las va a deteriorar así nomás, pero efectivamente, el uso del lenguaje urbano característico de este momento de la discusión política y de la discusión en todo sentido tiene una fuerte carga anulatoria de lo que en otras épocas eran los usos de la injuria, los usos de un lenguaje oculto pleno de intencionalidades no declaradas, eso es la riqueza, el subsuelo de cualquier idioma es su riqueza. Eso que los moralistas condena es precisamente su riqueza, pero la hipótesis de inteligibilidad total de la televisión liquida ese subsuelo oscuro del lenguaje de modo que se puede decir cualquier cosa, pero si no lo vemos con ningún moralismo, que no es el caso de verlo así, supone una fuerte mutación en una escala… de la civilización, y eso abarca todos los canales.
Si uno ve TeleSur tiene modismo que se parecen, modismos retóricos, que se parecen mucho a CNN, también los contenidos son diferentes, y hasta muy ostensiblemente diferentes, pero hay formas retóricas que son iguales, tan ostensibles que hay locutores que dicen el nombre, y el lugar en el que están, y el canal al que pertenecen, tal, tal, tal, Telesur. Tal, tal, tal, CNN. De modo tal que es evidente que hay un tema aquí de mucha profundidad que quién lo toca… ¿Lo toca el parlamento? Probablemente porque la cuestión de los idiomas es la única cuestión legislada en el mundo, donde no se puede legislar, sin embargo, es competencia esencial de la política. Sin una autoconsciencia social que son los lenguajes no hay enteramente política. Por eso, digo un las cosas un poco desordenadamente, el surgimiento del parlamento, fue muy importante porque se nota de inmediato que es la transmisión televisiva de un debate parlamentario que pertenece al siglo XVII, XVIII, los parlamentos se inventaron con las grandes revoluciones, y fijaron formas discursivas muy laboriosas, cualquiera las conoce, la moción de orden, cuestión de privilegio, alguno quizás se pierde, pero son formas fascinantes esas formas parlamentarias, ¿por qué razón?
A la televisión no llegó esa forma fascinante. Pero sin embargo, hizo lo posible por anularla. Con los modelos retóricos antiguos, quien se manejan por ejemplo en los programas de Grondona. Por lo general, los que toman ese modelo, que es una mesa y el veredicto final a cargo del llamado conductor. Esto es una cuestión que se puede, en el caso de Grondona adquirió una sapiencia cada vez mayor en ese arte y he visto que editorializa cada vez menos porque otros hablan por él. Ya llegó a una especie de estado etéreo ventrílocuo… (risas) Perdón, no quiero… (aplausos) Pero otros hablan por él, o hay un joven que está sentado al lado, en fin. Esto quiere decir que… (Se hace una pregunta inaudible desde el público) No, porque proviene de un ideal muy antiguo de clase. Por eso cuando Grondona dice “Lo lamento por los políticos que no saben hablar demasiado, quizás tenga ideas interesantísimas…”. O sea, contenidos interesantes, pero no pertenecen al soporte que es el modelo retórico último. Cuando Platón le dice a Georgias que no puede ser que la retórica juzgue todo, que el arquitecto tiene que ser arquitecto porque es arquitecto y no por saber hablar, tiene razón. Creo que los griegos resolvieron la cuestión de la importancia de la retórica conteniendo a la retórica y diciendo que las profesiones son importantes. El saber de un médico, incluso el saber de un político estaba en juego, el más retórico algo tenía que saber hacer, no sólo hacer discursos, de ahí la frase "basta de retórica", que es una frase muy justa de los grandes realistas de la historia. Ahora la televisión llegó a un punto en que no osaron llegar los griegos… Ahora, digo, lamento hablar con ironía porque creo que no corresponde, pero los argentinos en épocas de luchas políticas somos más irónicos que de costumbre. Pero a mí me parece que la cuestión retórica acude a nuestras consciencias, de una forma invisible, debe ser considerada porque la televisión parece el género naturalista. Ocurrió tal imagen que no nos deja mentir. La imagen con mucho montaje, con mucha isla de edición, pero nada parece más inocente que una isla de edición. Es un género absolutamente naturalista, y en esa naturalización, invocada, refrendada una y mil veces, en realidad, se conjuga por primera vez la historia de las grandes tendencias artísticas. La televisión tendrá su arte en algún momento. Es un medio fundamental. Si no lo está dando es por la escasa autoconciencia que tiene sobre sí mismo. Porque la otra gran veta de la televisión es su absoluto simbolismo. No hay nada que no sea simbólico, o ficcional, de ahí la expresión “relato” que tanto critican, que quizás sea excesiva, pero que efectivamente está intentando, trata la cuestión de qué es la televisión, qué es eso, aquello que nos interesa tanto, aquello en lo que nos sumergimos, aquellos que sabemos más de lo que declaramos saber, aquello que no nos ayuda a nosotros ni a aquellos que trabajan adentro de la televisión saber qué se está haciendo porque es un enorme bólido que construyó la humanidad que no sabemos bien a dónde se dirige, quizás como gran metáfora de lo que es la humanidad...
Por eso la Argentina es una lugar avanzado en esta discusión, muy avanzado, muchos discuten la televisión con autoconsciencia como dice Sandra, qué significa un epígrafe, qué significa un epígrafe en la televisión, una subida de cejas, es decir, es un mundo de un simbolismo absoluto, es un mundo de gestos más que el de la Edad Media. Hay una gestualidad absoluta, una teatralización inevitable, y todo en nombre del naturalismo. Cuando el naturalismo terminó, vino el simbolismo, después el surrealismo, ahora está ahí todo junto y todo se llama naturalismo y todo es al mismo tiempo surrealista, simbolista, metafórico. Es un medio esencial, al mismo tiempo que es equívoco, goza de su equivocidad, se llama simplemente “medio”, su nombre es un fuerte desplazamiento respecto a aquello de lo que debería hablar. Ahora, la televisión, ¿debe hablar exactamente de lo que es? Sin duda sí, sindicato de televisión, trabajadores de televisión, periodistas de la televisión, deben tener sin duda con su experiencia más posibilidades de debatir este tema pero no lo pueden hacer solos, por eso los críticos… Lamento si parezco muy crítico, no quisiera serlo porque me parece que el debate argentino hoy lo permite porque estamos frente a la inminencia de una ley que tiene que ser sutil, generosa, democrática, que haga avanzar al conjunto de la sociedad, y que la mismo tiempo permita discutir esto que no lo veo materia de ninguna ley porque esto no puede legislarse por eso digo aunque parezca atrevido decirlo, es motivo de debate público, decía el parlamento, para terminar, es cuestión de nuevas tendencias filosóficas, incluso de carácter crítico y democrático. Con lo del parlamento quería decir lo siguiente, hay un encanto de la palabra “antigo”. Como en la retórica televisiva, hay cuatro o cinco grandes retóricos en la Argentina. Bergoglio, Grondona, la Doctora Carrió. Y otros tres o cuatro más. El gobierno desgraciadamente está en otra posición y no se puede permitir eso, enseguida sería acusado de construir grandes fórmulas retóricas, pero los grandes retóricos dominan. La doctora Carrió, la veía la otra noche diciendo “corruptos”, no es necesario poner nada en términos de prueba, los viejos juzgados, con los viejos cartapacios de pruebas porque levantar una ceja es lo que sirve, es un mundo simbólico de una complejidad que no muchos manejan y de los cuales no se han escrito manuales como escribieron Aristóteles o Quintiliano, entonces eso me parece que es un tema de la política, cuando el parlamento trasmite seis o diez horas seguidas cuando pasó durante el debate sobre las cuestiones por todos conocidas que nos quedamos todos despiertos viéndolo era porque está la materia dramática como política cómo es, pero el parlamento cuando despierta esa materia dramática está, y no hace falta ser buen orador, aunque si se es buen orador, incluso mejor. Porque si no la política desparece, porque es una escuela de grandes discursos, de personas que se apasionan y que emplean todos los tipos de lenguaje y esos lenguajes a veces recuerdan los grandes oradores de la antigüedad. Entonces en ese sentido, la televisión hace un paréntesis, hace un paréntesis del dominio de las palabras de otro orden que intenta una sustitución total… En una palabra, la seducción del viejo parlamentarismo cuando discursea, se tiene que inclinar cuando toda la población pide eso y eso es un sentido de alerta muy fuetre para la televisión, cuando el parlamento despierta, porque despierta algo que viene de otros tiempos y le recuerda a la televisión que ella también viene de tiempos muy remotos. Y que no lo quiere saber.