Por Horacio Gonzalez
Bueno, sin duda, la televisión está en el centro de la cuestión cultural, y es evidente que las llamadas políticas públicas, y el mundo cultural en general, y no sólo en este país, no tienen precisiones respecto a qué hacer con el modo en qué procede la televisión. Incluso la televisión pública, que es un concepto interesante, que tiene cánones de expresión y fórmulas de utilización del relato y del tiempo, en algunos casos diferentes a los modos de la televisión… Pero hay muchas otras coincidencias que vale la pena examinar, porque cualquier ley de radiodifusión que haya en el país cuyos temas serían el mundo empresarial de las comunicaciones, la manera en que se funcionan las compañías que tienen a su cargo las ondas televisivas con las compañías telefónicas y las compañías de Internet, es decir cuestiones de lo que podríamos llamar el “alto capitalismo” o una fortísima fusión del capitalismo con los símbolos de una sociedad o a una escala directamente planetaria… Pero sin embargo, ninguna cuestión legal, ninguna cuestión por más innovadora que sea desde el punto de vista de las leyes con las que tiene que contar una sociedad en relación al uso de los canales públicos de producción de imágenes, símbolos, contenidos, narraciones, etc., o sea construir la gran fábula colectiva de muchas maneras, ninguna de esas redes está tratando ese tema porque es difícil hacerlo, porque hacerlo supone entrar en una debate donde probablemente no haya ningún mundo social que esté dispuesto a tener una opción más profunda en relación al debate de lo que significan los contenidos de la televisión.
Pero si digo contenidos también estoy diciendo algo que no aborda estrictamente el tema de cómo se trata porque dejaríamos todo el mundo tecnológico de la televisión como un mero soporte y la revolución informática nos acostumbró demasiado, y a mi juicio de una manera inadecuada, a suponer que hay soportes que van cambiando en las maneras en que las revoluciones tecnológicas nos van ofreciendo los que precisamente llamamos distintos soportes, es decir aquello que aloja los contenidos bajo una manera material y los contenidos mismos que serían otra cuestión. Yo personalmente no estoy de acuerdo en esa distinción de soporte/contenido, creo que es un fuerte homenaje a la revolución tecnológica, que me parece que es un tema que hay que tratar con la seriedad que tiene, pero no estoy de acuerdo porque remite al punto de vista de los sentidos, de las obras, y de la acción humana en general, a un estadio muy primitivo de la tradición entre forma y contenido, todas las tradiciones dialécticas, el modo en que progresó la filosofía desde hace por lo menos tres siglos, está más avanzado que el modo en que los horizontes de construcción e imágenes de toda sociedad se consideran a sí mismos, es decir un fuerte homenaje, ingenuo, a la idea de que la humanidad, procedería de una manera lineal, soporte tras soporte, de Guttemberg al CD, y del CD a otros soportes digitales que se están innovando continuamente, y el mundo cultural sólo debería proveer soportes. (Nota, acá en realidad debería decir “contenidos”).
Esta es una discusión que está en todo el mundo por un lado, estancada, y por otra parte no hay cosas novedosas, en relación a un debate más profundo sobre la relación de la cultura y las tecnologías, debate que toda sociedad democrática debe hacer, nos proponga una profundización de un tema que de seguir así deja todo el mundo de producción de imágenes en las manos de dos tipos de personajes, el experto informático, o el experto de las tecnologías, y el experto en la creación de contenidos. Ahora, esto no puede ser así porque evidentemente hay cuestiones que exceden a esta mera relación y no son fácilmente desentrañables y hay que insistir con las leyes necesarias de desmonopolización de finalmente el modo en que se habla, porque es eso, los medios de comunicación son la más importantes escala en que podemos considerar que hay un lenguaje en toda la humanidad y que esto se modula, se estipula, se modela, se modera y se convierte en forma retórica a partir de los medios de comunicación. Porque vivimos en la edad más retórica en la historia de la retórica, superior incluso al momento en que los griegos toman el tema de la retórica, sólo que no lo decimos y los medios no lo dicen porque no les gusta verse como retóricos, como operativos en una clase de conocimiento llamada retórica, filosofía, etc. Primero porque dicen cosas muy antiguas a pesar de su modernidad, y segundo porque tienen un nivela filosófico muy pobre, y no es porque esté mal tenerlo, (sino que) una sociedad democrática se profundiza a un nivel filosófico muchos más exigentes. En cuanto a eso, a mí me parece que el debate sobre los medios, no considero que eso deba estar incluido en ninguna ley, la ley obedece a necesidades de estados, medios, licencias, economía mediáticas, que es un nuevo modelo económico que tiene que ver con fuertes inversiones publicitarias, y probablemente en el modo en que estas aparecen, sin declararlo también, de continuidad de los llamados contenidos, contenidos publicitarios, contenidos políticos, obedecen a lenguajes muy semejantes como se obtura o se desplaza la discusión sobre la retórica y la palabra es condenada, y hasta es bueno que sea condenada, porque de alguna manera es una palabra maldita, es una palabra central de los griegos, la civilización griega, los medios de algún modo que dependen tanto de eso de algún modo deben condenarla porque… Sin pensarlo desde ninguna tesis de la manipulación, no creo que haya ninguna manipulación, hay casos ostensibles, desde luego, el modelo central de los medios de comunicación, partiendo de su nombre, medios de qué. Todos sabemos lo que es entrar en una canal de televisión parece un lugar de la transparencia absoluta, parece el lugar donde cualquier ciudadano puede entrar y decir aquello que se le ocurre como un derecho de la ciudadanía porque es un modo oficial en que los medios tratan su hipótesis de absoluta transparencia. Bueno, es muy difícil entrar a un canal, son los lugares más vigilados que el ministerio de economía y que la cancillería. Son lugares donde la vigilancia proviene del modo en que se utiliza el tiempo hay un fuerte ejercicio… No digo que sea de manipulación, porque de algún modo acompaña las revoluciones en el tiempo, que es un tiempo bursátil el tiempo de la televisión, basta ver Parlamento 13 que era un gran programa político de hace treinta años, de vez en cuando en Volver lo pasan, para ver lo que era la temporalidad de los medios de comunicación, deliciosa temporalidad aldeana, donde los políticos hablaban dos horas, ahora serían todos condenados, el más ducho lo explicaba en quince o veinte minutos, ahora no es posible porque la historia del tiempo en la televisión es una historia del tiempo del uso de la relación entre palabra, medios de comunicación, tecnología, esto no me parece carente de interés que sea así, me parece que no es carente de interés que no sea parte de un análisis, como dice Sartre… El debate argentino es interesante porque se haya querido o no, porque se haya metido el gobierno o no, con mayor o menor lucidez sino porque las cosas que se dijeron en plaza pública, erradas o no, tratando temas desagradables, invocando conocimientos que quizás indebidamente se dirigían hacia grandes creadores como Sabat, podemos discutir mucho sobre eso en relación a cómo se habla en plaza pública pero lo que no podemos discutir es que esté es un debate sobre el que la sociedad argentina está muy avanzada. Todos los conflictos que vivimos apuntan a un debate de cómo constituir medios en una sociedad democrática que quizás en otros lugares no se hayan en el estadio en el que hoy se encuentra la sociedad argentina respecto a este tema que en el fondo se constituye el sujeto hablante, la política, el debate parlamentario, la televisión tiene una gran…
Así como nos ilusiona con que es fácil entrar, todos entramos alguna vez a un canal de televisión, bueno, eso efectivamente no es fácil porque es un lugar fuertemente connotado por la idea de un aparato político de control o es un aparato absolutamente centralizado, verticalizado, y que sin embargo, el lenguaje flota libremente en el tiempo porque es un lenguaje al contrario de el modo en que se establece una fuerte disciplina interna el uso mismo de los espacios televisivos, el lenguaje es un lenguaje cada vez más naturalizado. La televisión ha hecho un milagro desde el punto de vista del lenguaje, y esto no está sometido a ningún tipo de legislación, e incluso arrastró a las academias de todo el mundo que se dedican a hacer gramáticas para el uso de teléfonos celulares y demás, y dentro de poco harán gramáticas d para uso de los locutores del horario nocturno, esto qué significa, es un debate interesantísimo , y hay que tomarlo con calma y al mismo tiempo con apasionamiento, porque todos los planos que históricamente tienen los lenguajes, los lenguajes reversados, los secretos, la obscenidad, la pornografía, la conspiración, el uso del silencio, de la doble intención, esta se mantiene exactamente porque es fácilmente descifrable, pero la televisión que tiene una hipótesis general de inteligibilidad transparente del mundo y que tiene opacidades que se reserva para ella sola, el juicio en última instancia con respecto a las acciones sociales, y lo que ha hecho es legislar sobre el lenguaje, ella que se queja tanto de la legislación, esa legislación brusca que hizo la televisión sobre el lenguajes es tal que los planos reservados prácticamente no existen más y el habla social No hay manipulación, lo que hay es un pacto no escrito entre los públicos de las grandes metrópolis que son públicos sometidos a las dos grandes hipótesis de la televisión que son la corrupción y el miedo, y ahí manda la hipótesis de la inseguridad (…)