La gestión flogger

Por El Rufián


La foto con la que inició su campaña en el 2007 lo decía todo: Mauricio agarrando de los hombros a una nena en un basural de Villa Lugano. Pura exihibición. Y aún si no hubiera estado la nena en esa foto, la idea era la misma: parar al jefe arriba de unos tablones de madera para que sus zapatos no se mezclaran con la mugre que los ciudadanos que lo iban a votar producen y tiran en ese descampado.
Después hubo otras fotos: Macri saltando el bache, el reloj que contaba cuántos delitos se cometían en la ciudad por minuto, Macri en plan dirigente, estadista cabal. La estrategia era privilegiar la exhibición del problema y la burla al mismo. No un plan o una propuesta coherente sino el cinismo sobrador del “Yo me las sé todas”, el que toma los problemas reales de la gente y se ríe de ellos.
Luego vino una campaña gráfica absurda: carteles amarillos con propuestas incoherentes. Frases agramaticales o al borde de la gramaticalidad, proposiciones confusas que no decían nada llenaban de letras negras los cartelones amarillos para resaltar lo que se vendría: una ciudad taxi. Y Macri se presentó entonces como un tipo que siempre pareció medio lelo y tiró al aire propuestas que no tenían sentido como forma de aplicar ese márketing polítco de la pos-ideología que tan cómoda le sienta a los chicos bien de las Universidades Privadas, su núcleo duro de votantes. Michetti fue la otra pata de la exhibición de vidriera: su desgracia le imprimía humanismo a la fórmula, pese a sus conocidas declaraciones cavernícolas en comunión con el papable argentino, el Cardenal Bergoglio.
Acá estamos ahora. Más de un año de gestión macrista y la gran propuesta del verano, exhibida con bombos y platillos en la mayoría de los afiches gubernamentales, son las falsas-playas para pobres en el Parque Roca y la Costanera. Un cacho de arena al lado del cemento y el Río de la Plata como esa sirena imposible de alcanzar, porque ya sabemos que mejor no meterese ahí adentro. Las falsas-playas porteñas son la metáfora exacta del gobierno de Macri: una estafa. Cartón pintado. Una burla a las conquistas sociales y las vacaciones pagas.
En la base de la ideología de mostrar y mostrar para no hacer nada, está el floggerismo: un grupo de gente que se exhibe y se hace famosa precisamente por no hacer nada más que exhibirse. Hasta los jugadores de un Reality Show tenían más acción.
Cumbio y sus huestes se juntan en las puertas del Shopping del Abasto invirtiendo la premisa que construyó los años del desenfreno consumista noventista: a las puertas del shopping, viendo sus vidrieras, afuera del templo de consumo. La gestión de Macri lleva esa premisa inscripta en su funcionamiento: sus acciones son para la foto, sus carteles con la H de Haciendo Buenos Aires se multiplican hasta en calcomanías que se pegan en las excavadoras importadas para solucionar el entubamiento del arroyo Maldonado y la webpage del Gobierno de la Ciudad no deja de trasmitir en forma de sucesión de fotos continua, las inauguraciones y acciones de este gobierno, presente en las figuras excluyentes de la cabeza del ejecutivo: Macri cortando una cinta, Michetti tomando sol en la nueva falsa-playa y así.
Conocidas son las ambiciones de Mauricio de hacerse con la Presidencia de la Nación. Esta gestión es su vidriera, su exhibidor, una lógica del consumo neoliberal que se le escapa por los poros pero que como los tiempos cambiaron y el derroche estúpido no está de moda y la gente no tiene con qué comprar, se conforma con vender la foto, ofrecernos aire y hacernos creer que nos están regalando oro. Las idas y vueltas absurdas en las medidas que toma esta gestión demuestran la inseguridad del que saca varias fotos con la cámara digital y termina eligiendo para postear la que mejor salió: parquímetros en Recoleta, ¿Los vecinos que nos votaron y nos votarán se molestan? Bueno, quitémoslo y pongamos de nuevo la foto vieja. ¿Hacer doble mano la Avenida Pueyrredón? Saquemos la foto y vemos cómo quedó. Si no sale bien, sacamos otra más tarde.
Y así va boyando la gestión; un verdadero monumento a la mediocridad. Mientras tanto Cumbio ofrece desde la TV, mandar su apodo al 2020 para bajarte sus fotos. Me imagino al representante de la joven (¿Su padre?) pensando en aprovechar cualquier propuesta antes que se acabe el curro y la gente se de cuenta que están consumiendo lo inconsumible, empezando a cobrar lo que se daba gratis: es decir, las fotos de Cumbio. Macri funciona de la misma forma: privatizando el espacio público, transfiriendo recursos a manos privadas, arrebatando conquistas, es decir, cobrando por lo que antes era gratis, mejor, antes era público.La de Macri es una gestión flogger, una gestión cool, de la falsa juventud eterna de los bobalicones que se dedican a exhibir su amateurismo en la Web desafinando Somebody to Love. Así como Cumbio actúa en una obra de teatro, así como Cumbio escribió un libro: amateurismo puesto al servicio de la exhibición de los no-atributos. Si alguien puede vendernos que un arenero es una playa, entonces significa que nos apropiamos de ese amateurismo y lo refrendamos como verdadero de la misma manera que alguien paga $3 + IVA para bajarse las fotos de Cumbio al celular o el que compra y lee entusiasmado su libro. Al menos ella tuvo la decencia de aceptar que no lo escribió, que lo hizo un Ghost Writer. Una decencia de la que Macri carece mientras entrega McSobresueldos a sus funcionarios que mejor se exhibieron.
Pero pasa el verano y se vienen las elecciones de Octubre. ¿A quién mandar de candidato? A Michetti claro, que es la que mejor se exhibe en la vidriera. La Cumbio de una gestión flogger.