Acerca de Condición de las flores, de Mario Bellatin

Por Joaquín Linne
Etiquetas: Aira, Ionesco, vanguardia, proceso de escritura, Entropía, Perú, no nombrar países, cierta cosa asocial, otra vez metaliteratura.

Lo interesante de Condición de las flores, el libro de Bellatín que Entropía acaba de editar en los últimos días del 2008, es en especial su primer texto, donde el escritor analiza su proceso de escritura y sus ideas respecto al arte y la literatura. Es decir, de alguna manera, la explicación de su programa. Quizás el libro valga sólo por ese primer texto homónimo. Este texto de veinticinco páginas está dividido en pequeños capítulos de un párrafo con títulos de nombres de flores. Por ejemplo, en el apartado Tiempo de dalia (pág. 19), leemos:

Antes de emprender una nueva escritura me coloco en una situación que podría denominar como de alerta flotante. Trato de estar atento al rumor del texto, a las reglas que pueden derivarse de su esencia, lo dejo desarrollarse para que sea a partir de sus manifestaciones que surjan sus verdaderas posibilidades. Me convierto en momentos así en una suerte de autor-lector, en una mixtura bastante particular que hace posible que el ansia del lector por abordar un texto sea la que haga posible que la obra se construya.

El resto, esa mezcla bellatiana de Vian, Ionesco, Aira (una especie de síntesis de las vanguardias francesas de los treinta, cincuenta y ochentas) es, por momentos, de lectura ardua. Podríamos decir, en síntesis, que es un libro para los seguidores de Bellatín, o para los interesados en la escritura de ficción ya que el interés en el resto de los textos, vuelve con el mismo tema, la creación, las idas y vueltas del proceso bellatiano, comentado con las originales notas al pie, donde se explica la arqueología de los textos: si son versiones condensadas o anteriores de futuras novelas, si una frase en el manuscrito encontrado tenía correcciones a mano, en qué color. Es decir, los manuscritos publicados pertenecen a la psicóloga rosarina Cecilia Benetti y a José Carlos Alvariño, con quienes Bellatín socializó en los ochenta en Lima (con Benetti, como Bellatin no tenía plata le pagaba con textos manuscritos u originales: algunos de esos textos son los que aquí se publican). Por otro lado, estas interesantes notas al pie también parecen los comentarios a los manuscritos de un escritor fallecido, pero eso que no se explica, esa explicación en tercera persona acerca del manuscrito, y acerca del pasado de Bellatín, le da a las notas cierta efectiva extrañeza.

En la nota 7, por ejemplo, respecto a las correcciones del propio Bellatin, leemos:
Esta es la segunda corrección manuscrita. La frase tipeada dice “Le molestó la autocensura”, que mediante tachadura y completar de la palabra se transforma en “Le molestó autocensurarse”.

La descripción de las condiciones de los manuscritos, las marcas e inscripciones que estos poseen, dando cuenta de las correcciones que sufrieron por parte de Bellatin son una pequeña clase de escritura. A su vez, también vemos las marcas o el cuidado que le imprimen los encargados de un manuscrito. Nota al pie 23:

Las últimas dos oraciones contienen tres correcciones manuscritas que se proyectan con flechas en el margen inferior: “…unos jóvenes gays que murieron tiempo atrás”, con una flecha que agrega “asesinados”. “El asesinato , donde…”, tachado y con flecha que sustituye por “crimen”. Finalmente: “La tarde del crimen el cielo estaba nublado”, tachado y con flecha que reemplaza por “Esa tarde…”. Las tres correcciones fueron hechas de modo simultáneo y se relacionan entre sí.

De un modo análogo a Diario de un mal año (Mondadori, 2007), de Coetzee, o a una chica de sensuales piernas y cadera que contrastan con un cutis facial dañado, el libro de Bellatín sorprende y atrapa por su parte inferior, por esas minuciosas notas al pie que forman un relato en sí mismo.