El campo no-popular

Por El Rufián

Y ahí estaba el Alfred De Angeli -porque de tan pasado de cipayo le encantaría tener nombre anglosajón- haciéndose desear en la manifestación del Campo + Las Viejas Caretas de Barrio Norte + La derecha judía frente al Congreso, reclamando nadie sabe bien qué: que no se estaticen las AFJP y que no se apruebe el presupuesto 2009 y ya que estamos, que le metan un poco más de bala a los chorros.

Eran 2.000 personas y el locutor parece que insistía en que no, que eran 25.000 y que se iban a comer el mundo. Hace unos días ya Buzzi se sacó la careta y dijo lo que todos sabíamos: su intención, la intención del campo (no popular) es la de degastar lo más posible al gobierno de Cristina. Qué bueno que podamos festejar 25 años de democracia con llamados a degastar un gobierno elegido democráticamente por la mayoría y llamados del Rabino Bergman a hacer una nueva revolución de Mayo e “independizarnos de nosotros mismos” en una marcha hacia la provincia de Tucumán (vease Página/12 del día 06/11/08).

Lo del campo no-popular no sorprende a nadie. Pero lo de Bergman y su cruzada judía de derecha puede que sea un poco más desconocido.Es necesario que se diga: la mayoría judía argentina es de derecha. Y no sólo “de derecha” sino que raya con la ultra derecha.En la biblioteca judía donde trabajo, los libros más pedidos de literatura argentina son los líbelos de Marcos Aguinis y sus rabietas de viejo gagá anti-comunista.La mayoría judía argentina es anticomunista, antichavista, antievomoralista, anticubana y antikirchnerista, claro. Para la consciencia judía promedio, todos estas son dictaduras y esperan esperanzados que vengan los cazas estadounidenses Bajo la idea de que existe un revival de dictaduras comunistas en América Latina (así se refieren a Chávez y Evo Morales), se embanderan tras la propiedad privada de los medios de producción y de la otra también.

Y Bergman, cada día más comprometido con el campo no-popular y la agenda de los intereses financieros y desestabilizadores, se encarga de ir llevando a una colectividad que se ha caracterizado por una no inferencia en los asuntos estatales (a nivel colectividad religiosa, claro está) al evangelismo polítizado de los peores momentos del Lobby de la Iglesia Católica. El progresismo judío brilla por su ausencia.La gente mayor suele ser más conservadora. En ese sentido, mi abuela judía (la materna, la otra, con más de ochenta años y sin haber terminado la escuela secundaria es la persona más lúcida y liberal -en lo político- que conozco) es un perfecto ejemplo de este judaísmo del campo no-popular. Si bien intenta moderar sus comentarios cuando se ve observada y juzgada por mí, no puede evitar alguna que otra referencia homofóbica, su simpatía por Aguinis (a quien encima, cholula, dice conocer) ni que es amiga de toda la vida de los padres del propio Rabino Sergio Bergman, ¡Que mi vieja jugaba con él cuando eran chicos!

Obviamente Chávez es un comunista y un dictador sanguinario, Cristina Kirchner es un monstruo que lo único que piensa es en comprarse carteras y operarse estéticamente y lo otros lugares comunes de ese machismo obtuso y campechano que el señor Alfred De Angelis tan bien ha sabido explotar. Supongo que ese es el problema del judaísmo y el motivo por el cual se está haciendo cada día más de derecha en la argentina: no quedan casi judíos jóvenes que asuman una posición de compromiso en la colectividad o con su propio judaísmo. La asimilación ha sido tan fuerte en las últimas décadas que yo, judío, puedo decir que tengo “un solo amigo judío” (bueno, eso era hasta hace unos meses que me fui con BRIA y ponele, conocí a 10 monos judíos más).

Los judíos jovenes que quedan son una minoría y sus padres viejos y conservadores con la edad, les adaptaron el cerebro desde el Country de SHA (institución donde el padre del Rabino Bergman acaba de terminar su mandato como presidente) o las mesas de burako en Hacoaj: hay que estar en contra del peronismo.En eso el judaísmo argentino siempre fue igual de antiperonista: sea porque Perón dio asilo a los nazis o porque la invasión morocha del interior contrastaba con la piel blanca de los ashkenazíes que llegamos de Rusia, Polonia, Ucrania y otros países eslavos.

Lo terrible de Bergman asumiendo una posición opositora es que mancha, arrastra al judaísmo como comunidad y colectividad a una posición política de lobby. Usar kipá en la manifestación y abrazarse con el Alfred mientras se invoca a Di*s o la Torá para justificar el gorilaje, arrastra a la colectividad a mancharse las manos con vende patrias trasvestidos de patriotas campechanos: se dan la mano las viejas nazis con sus Generales Blumberg y Pando con los judíos a los que evidentemente tampoco les importa un carajo abrazarse con el misticismo psicótico de Elisa Carrió.Y en tanto, Bergman llama a hacer una segunda revolución de mayo y conquistar el bicentenario. Me voy a apropiar de una frase que en su contexto original me pareció muy graciosa más allá de quién la profirió y hacia quién iba destinada: “Yo le diría a Bergman que se vaya a limpiar los mocos”. Y para mejor, en la manga de la remera del Alfred. A ver si nos crecen los chicos algún día.