¿Peronismo?

Por Patricio Erb


El 15 de agosto, hace ya un tiempo, Caparrós escribió en la contratapa del diario Crítica:

- "El peronismo ya no existe"
- "Un movimiento o partido que puede ser tantas cosas es tan confuso que no es nada: no existe"
-"La mayor muestra del poder del peronismo es que creamos que existe, y que sigamos usando esa palabra".

Ante estas afirmaciones diría que, en realidad, el que no existe más es Juan Domingo Perón, no el peronismo. ¿Cómo terminar con el eidos, con la idea? "Las ideas no se matan", dijo un genial viejo fascista en Facundo.

"Algo podría cambiar, insisto, si tratáramos de llamar, alguna vez, las cosas por su nombre", cierra el artículo Caparrós. Está claro que Menem es Menem, que Duhalde es Duhalde, que Kirchner es Kirchner, que Firmenich es Firmenich, que Walsh es Walsh; sin embargo el peronismo está ahí, en todos ellos. De alguna forma, como una divinidad, el significado de la figura de Perón se introdujo en la microfísica argentina: en los nervios, como diría Foucault.

Es ingenuo creer que el peronismo va a desaparecer si sólo dejáramos de nombrarlo. Mientras no surja en sectores políticos un canal de las urgencias populares, el peronismo va a seguir siendo utilizado por propios y ajenos, pero va a seguir estando ahí. Tal vez es verdad que deberíamos comenzar a llamar las cosas por su nombre, pero eso no alcanza para desterrar el eidos. Eso sólo es posible lograrlo con la construcción de otro "Dios" que represente, de alguna u otra manera, todo lo que significa el peronismo.