Alfredo Yabrán Not Dead

Por Volquer



Imposible no pensar el retorno de los jeans ajustados. El reciclaje en clave Palermo de la compulsión porno menemista, sin embargo, tiene sus matices. En primer lugar, esa vocación un poco obscena de sobresaturar lo real, de hacerlo crudo, de que el colágeno en los labios y las siliconas en el culo de Manzano funcionasen como narraciones sobre lo que se permite o no se permite hacer con el cuerpo, con la moda como mediación privilegiada para leer los cuerpos, tuvo un momento disruptivo cuya cristalización es el libro Pizza con Champagne de Silvina Walger. O, para resumirlo, el rechazo estético de las clases medias hacia una cultura del cuerpo metonimizada en una dieta -la pizza y el champagne-, que funcionaba como metáfora de la consternación medio pelo ante una alianza, inédita hasta el momento, entre los sectores populares, las capas bajas lumpen provincianas del PJ, las clases altas emergentes y algunos sectores ligados a la especulación financiera de la burguesía tradicional. Una alianza no sólo política, sino también en las formas de desear.

Ocurre que el menemismo en primer lugar no es un proceso homogéneo, y no deben olvidarse sus elementos modernizadores y democráticos en el más amplio sentido de la palabra. La condena moral que campea en el discurso progresista, al subsumirlo como bloque identificado con el mal y con la frivolidad ya superadas, impide rastrear toda una serie de rupturas y continuidades que vuelven a hacerse presentes en el retorno de los pantalones ajustados durante el segundo kircherismo. En este proceso, el genio y figura de Marcelo Tinelli son insoslayables. Los cuerpos de Bailando por un Sueño combinan lo porno-menemista con lo pornosoft del kirchnerismo. El relato del cuerpo del kirchnerismo tiene, sin lugar a dudas, su origen en el mito de la automonía, de los soviets en Santa Fe y Scalabrini Ortiz. La correspondencia con este mito fundante que nutrió los repertorios de acción política de diferentes estratos sociales es, justamente, el porno amateur, con todas sus variantes soft. El movimiento antes realizado por la revista Caras en las oscuras esferas del poder, se democratiza ya no sólo en sus elementos constitutivos (los porno cuerpos menemistas eran, antes que nada, cuerpos tecnológicos y populares, o mejor dicho cuerpos adaptados al gusto popular a través de la sobreexposición de la tecnología quirúrgica), sino en sus dispositivos de producción. Ahora todos podemos autogestionar nuestra exhibición a través de la banda ancha. La descentralización, la desterritorialización de la web, el balbuceo de Alta pendeja al interior del lenguaje hegemónico de Caras y de Gente, la fácil politización (en el sentido de la conformación de comunidades virtuales de amateurs, cristalizadas en el fenómeno flogger): literaturas menores, literaturas pornosoft.

Los pantalones ajustados del segundo kirchnerismo, entonces, tienen una historia. Que va desde los elastizados menemistas, pasa por los transicionales hot jeans, verdaderos manotazos de ahogado de una construcción del cuerpo que perdía legitimidad, y desemboca en los cortes "loose fit" que se empiezan a imponer durante el ocaso de la Alianza. Esta nueva forma de enunciación del deseo inscripta en el tiro bajo, las piernas sueltas, la bombachita (o el boxer) a la vista inducen una nueva microfísica: sugerir y tolerar. Ahora, por medio de una apropiación de los chupines punk loopeados con los elastizados del menemismo furioso, de la mano de Cleto y Alfredo de Angeli como nuevos paladines de una clase media que incluso puede darse el lujo de resucitar a Blumberg, vuelven los pantalones ajustados al mango. El diseño, el indie, se menemiza. El claro ejemplo de esto es la nefasta marca de ropa A Y not dead (singularmente, esto viene de Alfredo Yabrán not dead, y encarna la estética de la denuncia moralista e idiota de CQC), que contrata gente de Belleza y Felicidad para que le prepare las vidrieras. El Perro Diablo, la mejor banda de rock del momento, es una resistencia a eso.

El hecho de que la moda ahora sean jeans ajustados adentro de las botas también quiere decir algo. Las botas tejanas vienen del primer menemismo, con el ideal far west acharolado. El chupín ajustado viene del segundo menemismo, del desconche. Su combinación resignificada por la coraza cultural del diseño blando, palermo y la sutileza de los derechos humanos nos habla de un momento donde, en efecto, las rupturas y continuidades de las que hablábamos toman una nueva forma y habilitan un reciclaje de viejos anhelos. Viejos anhelos que, ya es hora, el gobierno deberá empezar a contener.